miércoles, 28 de julio de 2010

¿DIALOGO POR ELECCIONES?


Algunos sostienen que lo que para Miguel Ángel Yunes parecía un paseo por los tribunales federales en su lucha por la anulación de la elección a gobernador, y con el respaldo del Presidente de la República, podría no serlo, toda vez que al Gobierno Federal le urge establecer un diálogo inmediato con todos los interlocutores políticos para enfrentar la peor de sus pesadillas: el narcoterrorismo.
Felipe Calderón no tendría para nada el respaldo de la fracción priísta en la cámara de diputados, ni en la de sanadores, ni en el CEN del PRI, si arrebatara Hidalgo, Durango o peor aún, Veracruz, del control político priísta.

Desplegada de la marcha


Un diálogo, o un acuerdo sin la participación el PRI para enfrentar al narco-terror, suena, por decir lo menos, fútil y chato.
He aquí el dilema y las nuevas circunstancias a las que se enfrentan los tribunales federales en caso de verse tentados a anular las elecciones en cualquiera de los estados.
Recordemos que después del descalabro electoral y la euforia panista por los resultados, Cesar Nava, Presidente del CEN del PAN sostuvo… “hay dos tareas por hacer a corto plazo: cerrar la fase electoral como alianza en Hidalgo y Durango, y como PAN en Veracruz”. Y La postura oficial del CEN del PRI es … “en el PRI no hay estira y afloja, en el PRI y con Beatriz Paredes las elecciones no se negocian porque los triunfos electorales fundados en la decisión mayoritaria se tienen que respetar…para nosotros los triunfos legítimos que obtuvo el PRI y nuestros candidatos están fundados en la voluntad mayoritaria de los ciudadanos y los vamos a defender con todos los instrumentos legales y con todas las fuerzas de nuestro partido…no habrá presiones ni chantajes políticos que dobleguen a los priistas”.
¿Quien esta dispuesto a ceder, quien tiene la mayor presión encima? El Gobierno Federal que requiere de una interlocución con el PRI para sacar adelante acuerdos para la gobernabilidad y para la estabilidad del país, o el PRI quien tiene la amenaza de que los tribunales anulen, todas o algunas de las elecciones impugnadas.
Si el Presidente, en aras de un inmediato y urgente diálogo, se siente tentado a empezar de cero, a promover que los saldos de las elecciones son cosa del pasado, y deja colgados a sus candidatos y al presidente nacional de su partido en su estrategia electoral, si decide poner a debate y critica su estrategia de seguridad pública, ésta será modificada. Sectores clave en el país rechazan que la estrategia para enfrentar el fenómeno del tráfico de drogas sea la vía armada y un enfoque militar y represivo. Organizar foros con las organizaciones civiles y los partidos políticos acabarán enjuiciando la actual estrategia y pugnaran por enfoques más integrales y reformistas, como la legalización de ciertas drogas y el pacto con los cárteles de la droga.
Aquí la ganancia sería relativa, la relegitimación por el diálogo frente a la sociedad en su conjunto. Y la manipulación mediática del consenso político frente a la narcoviolencia. Gana el Presidente.
Pero si los tribunales anulan algunas elecciones, Durango o Veracruz, principalmente, la respuesta priísta será airada y contundente. El Presidente estaría resignado a la soledad del gobierno autoritario y a fortalecer una ineficaz pantomima de diálogo con otros partidos. Tendría la oposición real del PRI en la cámara y enfrentaría la crítica mordaz y acida a toda acción de Gobierno: reasignación del Presupuesto Federal, abuso y control de la COFETEL, Corrupción Panista en PEMEX, Uso electoral del programa Oportunidades, Dispendio en algunas partidas federales como comunicación social, Fallida estrategia de Seguridad Pública, deteriorada Imagen al exterior, etc. etc. El PRI le apostaría al desgaste y erosión del panismo al frente del Gobierno Federal. Y no son pocas las voces internas en el PRI que claman por una línea de este tipo, más antagónica y de deslinde programático con el Gobierno Federal (Bartlett, Labastida, Fidel, etc.)
Aquí la ganancia sería estrictamente electoral, desarticular financiera y políticamente al PRI y obstaculizar cualquier posibilidad de triunfo en el 2012. Gana el Presidente.
Si en ambos casos gana el Presidente, ¿donde pierde menos? ¿O que le interesa más al Presidente, la legitimidad o el triunfo en el 2012? Ahí está la clave.

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