miércoles, 14 de julio de 2010

POR LA RUPTURA Y LA CONFRONTACIÓN


 

Los resultados electorales modificaron la correlación de fuerzas a nivel nacional y crearon varios espacios para la confrontación y la ruptura. El primero de ellos fue sin duda una falta de consenso respecto de la estrategia de seguridad y de lucha contra el narcotráfico; la segundo, La falta de acuerdos legislativos y la consecuente parálisis en el escenario legitimado para el debate y el acuerdo; Un tercero abrió un espacio donde se pudieron aliar el PAN y el PRD para derrotar al PRI en casi cualquier estado del País. Aún y contra opiniones de corrientes internas en el PAN y el Gobierno Federal. El cuarto, una abierta ruptura con la legalidad y los principios básicos de toda justa electoral, la intervención del gobierno federal a favor de sus candidatos y la intervención de los gobernadores a favor de los suyos; El quinto, el crimen, no del todo circunstancial, de un candidato del PRI a la gubernatura; el sexto, el éxito electoral de la alianzas y la consecuente derrota y expulsión del PRI en bastiones electorales y financieros para el proyecto de retorno a la presidencia de la república; el séptimo, la visible voluntad presidencial para ganar Durango y/o Veracruz, así sea vía los tribunales, y así acabar por descarrilar la estructura financiera y electoral del Priismo nacional. El octavo, el anuncio, casi festejo, de una virtual alianza electoral en contra del PRI en el Estado de México y quizá también en algunos otros estados de la república, para las elecciones del próximo año.pE%C3%91A NIETO Y CALDERON
Aún y cuando el Presidente Calderón aparece como uno de los vencedores de la elección del pasado 4 de julio, está claro que terminó por cavar un abismo o una fosa entre la Presidencia y el PRI. Por lo cual no se ve en el horizonte inmediato ningún acuerdo político, ni mucho menos legislativo, para sacar adelante las reformas obligadas y rescatar a este país del atolladero en el que se encuentra.
Se alió al PRI para garantizar su llegada a la Presidencia, su legitimidad, y acosar al PRD de Andrés Manuel López Obrador, pero el PRI le apostó a un presidente débil y le condicionó su apoyo político y evitó cualquier reforma legislativa que le beneficiara política y electoralmente. Ya en pleno declive y casi desarmado para las batallas electorales por venir, Calderón invirtió su juego, se alió al PRD de Jesús Ortega y se decidió a buscar la derrota electoral del PRI en varios estados, para fortalecerse en el camino de la sucesión presidencial en el 2012.
La estrategia esta clara, sin acuerdos políticos ni legislativos en la primera mitad del sexenio, enfrascado en una lucha desgastante contra el narcotráfico; arrinconado por facciones de su propio partido, sometido a un cuestionamiento permanente por su legitimidad; y en la perspectiva de tener que devolverle él el Poder al PRI, el Presidente reaccionó y apostó, para la segunda mitad del sexenio por la ruptura y la confrontación.

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